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Crítica de Violet Evergarden destacada - el palomitron
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VIOLET EVERGARDEN: «TE QUIERO»

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«Suma y sigue». Esta expresión podría definir perfectamente la apuesta comercial de Netflix por ampliar sobremanera su catálogo de producciones de animación japonesa. Poco a poco la compañía californiana ha dejado de ser una mera adquisidora de licencias para participar —en mayor o menor actividad— en la gesta de nuevas producciones. Series como Devilman: Crybaby o B: The Beginning desfilan entre las categorías de la plataforma mientras cuentan con un gran éxito y el beneplácito del público general. Lejos queda ya aquella retahíla de producciones realizadas íntegramente en CGI como Blame!, Knights of Sidonia o Ajin: Semihumano. La animación «tradicional» es un auténtico arte, y de arte precisamente sabe mucho la serie que nos atañe: Violet Evergarden.

Nuestras primeras impresiones de Violet Evergarden

Violet Evergarden comienza con unos pasos lentos, acompasados; con los retazos de una conversación entre la protagonista, Violet, y su comandante, Gilbert. Se trata de un afable recuerdo, de algo onírico. Violet despierta magullada y repleta de heridas en la cama de un hospital y, rápidamente, se dispone a escribir una carta dirigida a su superior. Como si de un informe de batalla se tratara, la joven expone su estado y deja constancia de su clara predisposición a volver al trabajo, de estar de nuevo bajo sus órdenes. De repente, una fuerte corriente de viento irrumpe en el cuarto sacudiendo el correspondiente cortinaje y llevándose dicho escrito. Comienza una travesía, un recorrido que efectúa la carta a través de diversos planos y localizaciones. Aproximadamente cuarenta segundos de viaje donde Kyoto Animation ya muestra músculo técnico, para culminarlo con la aparición en pantalla del logotipo de la serie a golpe de máquina de escribir.

Crítica de Violet Evergarden violet 2 - el palomitron

¿Qué nos hace humanos?

Tras este pequeño «viaje» comienza uno mucho mayor y personal, el de la propia Violet. Un viaje de descubrimiento y aprendizaje, de pérdida, negación y superación. Un viaje que rezuma humanidad y sentimentalismo en cada frame de la ficción. El leitmotiv de Violet Evergarden es simple, breve y conciso; tan solo hacen falta dos palabras para orquestar esta epopeya: «Te quiero». La necesidad de la protagonista de comprender el verdadero significado de estas palabras le lleva a convertirse en Muñeca de Recuerdos Automáticos, una organización que entiende los sentimientos de las personas y los transcribe en cartas para su posterior legado.

A lo largo de los trece episodios que conforman la ficción el espectador presencia una evolución humanizadora en la protagonista. Violet es una ex soldado de misteriosa y trágica infancia que ha servido como mera herramienta durante años. Un arma despojada de cualquier tipo de emoción, con el propósito único de servir y obedecer. Gilbert es la primera persona que atisba humanidad en la joven, es el único que se preocupa por su bienestar y futuro. Es también el emisor de esas palabras tan importantes que dan sentido a todo. Tras ellas se sucedió el caos, la incertidumbre y el engaño. Y, aun así, Violet no es capaz de darles un significado, de entender. La construcción inicial del personaje recuerda al de un sujeto con alexitimia (trastorno caracterizado por la incapacidad de la persona de reconocer sus propias emociones y las de otros, además de tener dificultad para expresarlas). Además, el hecho de perder sus brazos en la guerra y contar ahora con unos artificiales mecánicos refuerza esa construcción de personaje «no humano».

Crítica de Violet Evergarden violet - el palomitron

El aprendizaje mediante la vivencia personal

Cuando Violet decide convertirse en una Muñeca de Recuerdos Automáticos sale de su zona de confort. Su nuevo trabajo consiste en escuchar y entender los sentimientos de los demás para, posteriormente, transcribirlos. Pero, ¿cómo puede lograr tal hazaña alguien incapaz de entenderlos? Por medio del aprendizaje, la experimentación y la vivencia. Violet Evergarden es una serie cuya estructura está basada en la conjunción de episodios autoconclusivos. El núcleo o eje narrativo de los mismos es la relación entre la protagonista y alguien que necesita de sus servicios. Cada episodio es una pequeña historia, una experiencia tangible que enriquece a Violet y le hace comprender poco a poco. Evolucionar. Cada personaje guarda una historia detrás y representa una de las múltiples lecciones que aprende la joven. Sin pretenderlo siquiera, estos secundarios se convierten en maestros, en profesionales de la pedagogía por un bien mayor.

Tanto el tipo de estructura como el desarrollo narrativo es el adecuado para lo que Violet Evergarden quiere contar. El ritmo es lento, hay abundantes diálogos y la tónica general busca siempre explorar el lado más emotivo e introspectivo, pero es necesario para complementar ese lienzo en blanco emocional que es Violet. Cada una de las historias que vive colorea este lienzo, le brindan la oportunidad de crecer a nivel personal y conocerse a sí misma. Porque lo raro no es no saber el significado de «Te quiero», lo raro es saberlo cuando no lo has vivido, cuando no lo has sentido. Por ello, la evolución de Violet es increíblemente orgánica, natural.

Crítica de Violet Evergarden plano general - el palomitron

Violet Evergarden es una producción que busca humanizar a su protagonista y apelar a lo sentimental por medio de un oficio muy peculiar. Las cartas ejercen de catalizador, de medio para comunicar un sentimiento y que este perdure en el tiempo. En una sociedad con conflictos bélicos como contexto y un escaso índice de alfabetización, las Muñecas de Recuerdos Automáticos surgen como una necesidad. La necesidad de expresar lo que muchos no se atreven/saben/pueden decir y convertirlo en algo atemporal, en algo de un valor mucho más etéreo que material. Algo que en nuestra sociedad de esclavos de lo instantáneo, lo tangible y pérdida de valores parece ser una auténtica utopía. Por medio de este oficio Violet encuentra también un camino de redención. Todas las vidas segadas por sus propias manos durante los tiempos de guerra son una losa que pesa sobre su espalda. El hecho de perder sus brazos humanos manchados de sangre y que los implantados artificialmente sean un vehículo para ayudar a las personas resulta muy metafórico. Es una forma de expiar sus pecados.

Uno de los sentimientos en los que más enfatiza la ficción es el de pérdida. El espectador es consciente desde el comienzo de la producción de la muerte de Gilbert, el faro de Alejandría de Violet. Sin embargo, la piedad de la mentira aleja durante gran parte de la historia a la protagonista de la realidad, esa dolorosa verdad. El guion y la dirección vuelven a hacer un ejercicio hercúleo a la hora de humanizar a su personaje. Las cinco etapas del duelo según la psiquiatra y escritora E. Kubler Ross (Negación, ira, negociación, depresión y aceptación) se manifiestan en la serie y dejan entrever un comportamiento puramente humano, emocional y visceral.

Crítica de Violet Evergarden brazos - el palomitron

Hacer de cada momento uno para el recuerdo

La adaptación llevada a cabo por Kyoto Animation consigue amplificar el mensaje de la obra gracias a un soberbio despliegue técnico digno de auténtica admiración. Me aventuro a afirmar que va a pasar mucho tiempo hasta que volvamos a ver un producto tan sólido en cuanto a animación se refiere. Violet Evergarden se ha convertido por méritos propios en un estandarte tanto visual como sonoro, capaz de permear en el corazón del espectador por su magnífica conjunción artística y musical. Cada movimiento, cada detalle, cada plano y cada melodía están medidos al milímetro para conseguir un impacto en el público.

La dirección artística aprovecha el ritmo pausado de la producción para ofrecer un nivel de detallismo pasmoso. La paleta cromática, la iluminación, los efectos especiales, el comportamiento de los líquidos, el recurso del timelapse… Una numeración infinita de detalles que merece y tendrá un artículo exclusivo independiente. La banda sonora compuesta por Evan Call ofrece un conjunto de melodías orquestales con un claro predominio de piano y violín para endulzar y lograr la excelencia con temas como ‘Never Coming Back’ ‘Memories of You’ o ‘The Voice in my Heart’. Placer mayúsculo.

Crítica de Violet Evergarden carta final - el palomitron

Violet Evergarden ha sido uno de los estrenos más sonados de la temporada de invierno, aunque solo sea por la magnitud de su apartado técnico. La adaptación de Kyoto Animation consigue narrar una historia que transmite un sentimiento de viveza arrollador. Es un viaje en el que Violet, guiada por dos palabras, decide emprender un camino de búsqueda personal y emocional. Un viaje cuyo fin guarda cierto paralelismo con su principio. Con esa primera carta meramente informativa sin un ápice de sentimiento movida por el viento. En el final del camino también hay una carta, y también es impulsada por la fuerza de la naturaleza pero, para saber su contenido, deberás sumergirte en este periplo desde el principio. Experimentar. Deberás salir de la zona de confort, del mismo modo que Violet Evergarden.

Edu Allepuz 

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Intento de muchas cosas y una de las piezas que hacen funcionar la sección manganime. Ávido lector de manga, enamorado de la tinta y de la tragedia de Sui Ishida. Firme defensor de la industria como arte y la abolición de estúpidas etiquetas.