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CRÍTICA: TERMINATOR GÉNESIS

 

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Doce años han tenido que pasar para que SCHWARZENEGGER se enfundara de nuevo el chasis del T-800 bajo su piel. En esta ocasión no habrá gafas de sol, ni moto, ni otras muchas cosas más que tanto nos encantaban de la iconografía del mejor exterminador enviado del futuro. No, esta vez nos tendremos que conformar con un «viejo pero no obsoleto» cuerpo de nuestro admirado y querido héroe de los ochenta que ya peina canas sin rubor y muestra sin tapujos que los viejos rockeros nunca mueren. Otro tema diferente es que esta quinta parte de la franquicia creada por JAMES CAMERON y GALE ANNE HURD nos vaya a dar lo que esperamos de ella. Expectación al límite creada nada más se supo que ARNOLD SCHWARZENEGGER volvería a la saga tras la estrepitosa y descabellada aventura que supuso TERMINATOR SALVATION (JOSEPH MCGINTY NICHOL, 2009), aún perduraba en la retina aquella lejana TERMINATOR 3 (JONATHAN MOSTOW, 2003) y el bajón absoluto que dio el giro la franquicia con esa nueva revisitación a nuestros personajes favoritos. Para esta ocasión, con cambio de productora, pues Paramount se ha hecho con los derechos de explotación de la marca TERMINATOR hasta 2019 y ya se ha marcado el estreno de dos nuevas entregas para crear una nueva trilogía (con SCHWARZENEGGER en una más),  y con el beneplácito del propio JAMES CAMERON que ha dicho que considera esta entrega como la verdadera tercera parte de su saga, nuestros queridos Sarah Connor, Kyle Reese, John Connor y compañía toman nuevos rostros (y ya van hasta cinco en algunos casos) y perfilan sus renovadas motivaciones y desarrollos internos en esta nueva aventura que toma un poco de allí y otro tanto de allá para configurar un sonado homenaje a las dos primeras partes.

 

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El film se presenta en su primera media hora como un homenaje nada disimulado a TERMINATOR (1984) y TERMINATOR: EL DÍA DEL JUICIO (1991) permitiéndose el uso de completas escenas nuevamente rodadas de aquellas que nos transportan a esos mismos lugares ya visitados. Una media hora que nos vuelve a presentar a Skynet, al que incluso se le pone cara en esta quinta entrega, y su enésimo intento de acabar con la raza humana mediante la destrucción de John Connor o su madre. Nos volvemos a reencontrar con Kyle Reese y su primer encuentro con John y por supuesto volvemos a ver ese futuro distópico con espíritu a JAMES CAMERON que vimos en 1984 y 1991. Durante estos primeros minutos disfrutamos con una mezcolanza de ambos films revisados y adaptados a esta nueva historia. Volvemos a ver a un SCHWARZENEGGER paseando desnudo por el Observatorio Griffith de Los Angeles en busca de ropa y botas, eso sí, muy bien digitalizado para la ocasión. Retornamos a ese callejón donde todo comenzó para Kyle, con ese camión de basura y la esfera temporal levantando polvo. Regresamos a esas zapatillas Nike ochenteras, a esos punks que ven al Terminator, a esas calles que tanta nostalgia nos traen. Todo parece igual pero distinto. Un verdadero viaje en el tiempo para el espectador y un auténtico disfrute para el fan de la saga. Lo mejor de esta media hora es la conexión que se hace de ambas primeras partes, su mezcla y fusión. Aunque renovados por fuera, distinguimos a los futuristas cyborgs de cada película. El T-800 y el T-1000 vuelven a verse en pantalla grande. Mismos gestos, mismos guiños al público. Una gozada para la memoria cinéfila.

Pero hasta aquí llega la fiesta. Tras esta primera media hora de disfrute cameroniano llega el dislate, la locura, el paroxismo y la destrucción paulatina de todo lo que pudiera haber sido este TERMINATOR GÉNESIS. ALAN TAYLOR, el director encargado del proyecto (tras desechar nombres como ANG LEE, BRETT RATNER, JUSTIN LIN o DENIS VILLENEUVE) aprovecha muy bien el primer tercio del film, pues trabaja con recuerdos, pero naufraga cuando la historia toma el nuevo rumbo que los guionistas han optado coger. De manera mecánica ofrece nada más que un continuado baile de explosiones, piruetas en la trama, sobradas escenas de acción y repetitivas muestras de que este tipo de cine pirotécnico está muy alejado de lo que nos ofreció en la interesante THOR. EL MUNDO OSCURO (2013) o en la ya lejana MI NAPOLEÓN (2001). Aunque su mayor y más alabado trabajo haya sido su paso por la TV con JUEGO DE TRONOS, MAD MEN o LOS SOPRANO, esta monumental muestra de cine palomitero, hecha para ese indiscutible y honesto propósito, le queda grande y tiene momentos que hacen palidecer al fan más entusiasta de la saga. Pero poco puede hacer ALAN TAYLOR ante la trama que LAETA KALOGRIDIS y PATRICK LUSSIER, guionistas del film, proponen al espectador.

 

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Un guión que, una vez se aleja de la iconografía y misticismo de la saga para embarcarse en una nueva senda, fracasa en el intento de ofrecer una visión renovada de la historia de la familia Connor. Se complica en demasía al tratar de responder a las preguntas que plantea y deja más incógnitas que respuestas. Lagunas argumentales aparte, el uso de las paradojas temporales se hace molesto para dar explicación a los vacíos que propone, las intrincadas volteretas del espacio tiempo, los entresijos de los campos cuánticos y las continuas reflexiones sobre las teorías de los presentes paralelos y los saltos temporales hacen que el espectador se aleje de la trama y quede solo el clavo ardiendo de las escenas de acción como único lugar al que aferrarse. Si los guionistas pensaban que ofrecían al público una especie de versión de REGRESO AL FUTURO II bajo el armazón de un T-800, han quedado retratados con el insulso planteamiento narrativo y aún más con el socorrido y predecible, por necesidad, final abierto.

Mucho juego de luces para luego dejar por los suelos la expectación creada al principio. Si bien es cierto que el film es un auto homenaje y que los personajes principales mantienen ciertos rasgos, los actores elegidos para esta terna no convencen. Sea por que tengamos a LINDA HAMILTON en un pedestal por su encarnación de Sarah, EMILIA CLARKE hace suya esta visión de una mujer concienciada con su destino pero dista mucho de lo que presuponíamos al personaje. No es nuestra Sarah, no por la actriz, sino por la agobiante y constante obsesión de los guionistas en perfilar al personaje de cara a las nuevas entregas. El caso de JAI COURTNEY y su Kyle Reese es más de lo mismo. Aunque sea realmente el personaje principal, pues el film así lo muestra y parece que sea ese el objetivo, crear un film de Kyle Reese, el personaje se difumina a medida que la trama se declina por los golpes visuales y las consabidas frases de la saga. JASON CLARKE, por su parte, encarna a John Connor (pues CHRISTIAN BALE declinó la oferta al no estar disponible) de una forma que sorprenderá al público, pues es el secreto que esconde esta entrega. Del resto del elenco llama la atención el reencontrase con el oscarizado J.K. SIMMONS en un papel de cara a la galería o también, si el ojo del espectador es agudo, descubrir en un pequeño cameo (apenas un segundo) a ROBERT PATRICK. De ARNOLD SCHWARZENEGGER poco se puede decir, lleva unos años tratando de volver a lo grande tras diez años alejado del cine. PLAN DE ESCAPE, SABOTAGE, MERCENARIOS, EL ÚLTIMO DESAFÍO o la esperada MAGGIE son sus continuos intentos de convencernos de que está de vuelta. Repitiendo en todas ellas frases de auto compasión en boca de sus personajes y en esta no iba a ser menos: «Viejo…no obsoleto.» Ya no es aquel armario austriaco que podía lucir palmito como en 2003, en la tercera entrega. Ahora sólo queda lo de austriaco. Para dar explicación a su aspecto físico se tira del recurso narrativo aquel que decía que los Terminators usaban tejido humano vivo…por lo que lo del paso del tiempo en su rostro queda plausible…¿o no?

 

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Ni tan siquiera nos han dejado disfrutar de las notas creadas por BRAD FIEDEL en la banda sonora. LORNE BALFE se encarga de musicalizar esta nueva entrega sin pasión y sin enganche auditivo al espectador. Apenas unas notas perdidas en mitad de alguna secuencia nos hacen retrotraernos en el tiempo. Hasta los mismos animatronics creados por el malogrado STAN WINSTON desaparecen del film. No veremos el deambular clásico de los chasis de los T-800, no. El 3D, innecesario si nos permitís, hace su acto de presencia en la franquicia marcando de esa forma que cualquier parecido con las anteriores entregas es pura coincidencia. Un aparatoso ejercicio de palomitas que puede sacar de quicio a aquellos que desean retomar el pulso a la franquicia, un golpe en el estómago de la memoria cinéfila para los fans de las dos primeras entregas y un mero divertimento para los que solo quieren pasar dos horas de evasión en el cine. ¿Blockbuster del verano? Sí, pero ni por asomo logra convencer de ello. Otro JURASSIC WORLD: jugar con los sentimientos cinematográficos de los espectadores se ha vuelto de moda. Una moda cara e insulsa.

 

 

LO MEJOR:

  • La primera media hora del film, una revisitación de lugares y escenas que harán brotar una lagrimita.
  • Que SCHWARZENEGGER no pretenda «volver» a un personaje ya muy manoseado.

LO PEOR:

  • La constante obsesión por dar explicaciones espacio-temporales.
  • Una trama manida y descabellada que no ofrece nada nuevo.
  • Un final irrisorio para un insulso planteamiento.
  • Lo mal aprovechados y saturados efectos especiales.
  • Que todavía pretendan rodar dos secuelas más.

 

 

Óscar Segura

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