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CRÍTICA: LA GRAN APUESTA

 

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Solo por sus circunstancias previas al rodaje, LA GRAN APUESTA ya promete, por lo menos, una experiencia altamente satisfactoria. PARAMOUNT y BRAD PITT deciden contarnos lo que los ciudadanos trabajadores de a pie estamos deseando ver y escuchar, y la forma en la que lo hacen pinta muy bien, ya que reúnen a buenos profesionales de la comedia: el director ADAM MCKAY (ANCHORMAN, STEP BROTHERS, THE OTHER GUYS), el fabuloso STEVE CARRELL, los rostros siempre agradables de ver (como el de CHRISTIAN BALE y el del propio BRAD PITT) y lo mejor del panorama hollywoodiense, como el actor con mayúsculas de la última década, RYAN GOSLING. Desde este punto de vista, la película se convierte en una especie de catarsis para todos, porque sería muy raro que la crisis de la burbuja inmobiliaria del 2007 no haya afectado a cualquier persona que acuda a las salas a ver esta película.

 

 

Y allí, en las salas de cine, uno de los mejores espacios de esparcimiento y recreación, gozaremos durante un par de horas de una pequeña gran venganza personal, del consuelo de mirar a la cara a los responsables de tan miserable violencia invisible contra el pueblo. ¡Qué placer! Nos ocurrió algo parecido cuando vimos MARGIN CALL (J.C CHANDOR, 2011), pero la información que nos ofrecía era insuficiente, y los protagonistas eran casi tan víctimas como nosotros (o no tanto como nosotros, pero por lo menos eran inocentes).

Pero en LA GRAN APUESTA conoceremos a todo el equipo original de estafadores conscientes, porque, además, sabemos que todo ocurrió en la realidad. Según la web History vs Hollywood, la mayoría de los detalles y acontecimientos son verídicos, o muy fieles a la verdad, lo que nos anima a descargar toda nuestra ira comprimida (y de clase oprimida) contra la pantalla. Básicamente, esta es la fórmula del éxito de la película: un espectáculo de honestidad, humor y sencillez para explicarnos el conflicto más sensible de nuestra actualidad. Un divertido manual de “Cómo se creó y estalló la burbuja inmobiliaria para dummies”, porque, aunque no seamos dummies (ni mucho menos), creemos que a la gran mayoría nos cuesta comprender con claridad cómo es posible que un par de “lobos de Wall Street” se inventaran tales productos enmascarados en complicadas siglas (CDO, AAA, BB), y, con ello, condenaran a millones de personas a la pobreza.

 

 

Es muy probable que LA GRAN APUESTA omita muchos otros factores que contribuyeron a cultivar la crisis, pero, precisamente por esa razón, no deja de ser simplemente una comedia que nos da una buena dosis de lo que necesitamos: explicaciones sencillas y personas a las que odiar. RYAN GOSLING, absolutamente impresionante (un calificativo muy trillado pero… ¿qué más se puede decir de un talento así?), nos conduce por la historia rompiendo la cuarta pared y hablando en off, recurriendo a imágenes reales que dan la sensación de documental informativo, y mezclando distintos recursos que se escapan de la norma y crean una calidez especial (dibujos en la pantalla o cameos de personajes populares que toman el relevo de la narración sin sentido aparente).

Es una película con una función muy clara y concreta, bien ejecutada y bien cumplida. Entretiene y sacia con gusto todas las expectativas. Cuatro estrellas por saber darnos lo que nos prometía.

 

 

LO MEJOR:

  • RYAN GOSLING, que podría interpretar hasta a una roca.
  • Un buen equilibrio entre el humor y lo meramente expositivo.
  • Una velocidad narrativa intensa pero proporcionada.

LO PEOR:

  • Cumple expectativas, pero no las de una película nominada al Óscar.
  • Fomenta la empatía por las personas que formaban parte del bando contrario a la banca, pero que no deberían ser los héroes de la historia; quisieron sacar tajada de la situación, exactamente igual que los banqueros.

 

 

Blanca Álvarez

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