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CRÍTICA: B

La revisión de unas cuentas de los activos de una entidad no resultan, de primeras, atractivos para forjar una historia interesante alrededor. Pero si se tratan de las cuentas que gestionó Luis Bárcenas desde al año 2008 y que tuvo que declarar ante el juez Pablo Ruz en la Audiencia Nacional, la cosa cambia. De eso trata B, del interrogatorio que el magistrado hizo al extesorero del Partido Popular. La actualidad (y bien podría decirse, el primer punto de partida de corrupción) se desmantela en esta producción como en la vida real se han destapado unos cuantos más. Eso es lo que supura el largometraje, la ponzoña que mancha las entrañas dentro del poder y la política.

Basada en la obra de teatro de JORDI CASANOVAS titulada RUZ-BÁRCENAS, la película acerca la realidad de la forma más veraz posible: el guion copia cada palabra, cada coma, cada cuestión y cada reproche que el 15 de julio de 2013 se hizo al imputado por parte del juez, de la parte fiscal y demás acusaciones. Ahora en formato película, DAVID ILUNDAIN readapta la obra, de modo que a Bárcenas le preguntan más personajes. Dada su ambientación, es normal imaginar la trama en obra de teatro. Dos actores y unos cuantos más secundarios, todo en una misma sala de la Audiencia Nacional. Los intérpretes, sobre todo los protagonistas PEDRO CASABLANC y MANOLO SOLO, hacen un trabajo soberbio dado lo real que parece. Mediante preguntas y respuestas sostienen la película con el interés, la impaciencia, los nervios y la incomprensibilidad que contiene tal suceso. Cuesta reconocer a CASABLANC (VIRAL) debajo de ese pelo engominado con mechones blancos, mientras que a SOLO choca verle con un estilo tan diferente al atuendo que llevaba en LA ISLA MÍNIMA.

Los diálogos son más que digeribles, aunque sin duda la cinta no es para todos los estómagos, y al espectador le suena dada la trama tan presente que toca. El contrapunto de ambos roles está muy conseguido. Bárcenas hace uso de su verborrea para repetir los datos de cada una de las anotaciones que el juez le va citando. Este último, en cambio, va con calma, pausado, circunspecto e insistente para que no se le escape ningún detalle; es normal, está cubriendo una plaza interina y tiene delante al protagonista del país en ese momento. No puede fallar. El acusado se defiende con la ayuda de su letrado y de su memoria, y va justificando cada apunte coloquial que en su día anotó de cada una de las donaciones que entraban en las arcas de Génova. El combate está servido: la chulería del imputado frente a la endeble justicia. Un enfrentamiento digno de western, pero con luces artificiales en vez de ser un desafío a pleno sol. Y es en ese duelo donde sale a relucir el cutrerío que impera en el país. Demasiada torpeza para anotar tan ingentes sumas de dinero.

La parte técnica ha sabido retratar bien la claustrofóbica sala. Parece que se hubiera escogido a propósito para semejante momento. No era difícil, solo contaban con un decorado interior. Primeros planos hechos con cámara en mano de ambos personajes, unidos a planos recursos que dan ritmo y agilizan la historia; la fotografía recoge reacciones de los allí presentes. Cuchicheos, risas, disconformidades, como si fuera el propio espectador en la sala, sorprendido ante la lectura de la tosca recogida de datos recabados por el político.

ILUNDAIN recoge la realidad para que no la olvidemos. Por suerte B ha salido a flote y hace el retrato de lo más fidedigno a las entrañas de España.

LO MEJOR:

  • Un proyecto interesante, sugerente y, sobre todo, necesario.
  • La naturalidad de todos sus actores.

LO PEOR:

  • Que sigamos recurriendo al crowdfunding dentro de la industria para que salgan trabajos interesantes.
  • Tanta esquematización puede no gustar a algunos.

María Aller

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