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BERNARDO BERTOLUCCI (POR ENRIC ALBERICH)

El cinéfilo empedernido, aquel que no se conforma con ver las obras de los grandes cineastas sino que, además, disfruta buceando en el sentido último de las películas y averiguando los motivos personales y artísticos que llevaron a sus directores a tomar determinadas decisiones respecto a su arte, tienen desde hace ya tiempo en Ediciones Cátedra  a un amigo inestimable. Dentro de su colección Signo e Imagen se han repasado las carreras de algunos de los mejores directores de cine, y en esta ocasión le toca el turno a Bernardo Bertolucci, el genio italiano responsable de películas como El último tango en París (1972), Novecento (1976) y Soñadores (2003). Estamos ante 310 páginas en las que el autor Enric Alberich disecciona al maestro y lo hace a modo de autopsia en vida, completando un análisis completo de la biografía y la filmografía de Bertolucci, figura controvertida, hombre comprometido y cineasta impecable.

Bernardo Bertolucci en El PalomitronEl libro de Alberich se divide en tres partes bien diferenciadas. La primera, la introducción, funciona a modo de defensa de Bertolucci, de quien se vertieron (y en algunos círculos se sigue haciendo) acusaciones de carácter ideológico y de absorción por el sistema. Alberich saca aquí la cara al director italiano, de quien dice que es un artista comprometido, sobre todo consigo mismo y con la fidelidad a su propia mirada sobre el universo. Es, dice, un auténtico poeta de la imagen, y a partir de la plasmación plástica (y poética) de sus obsesiones puede rastrearse el genuino sentido de su cine. El propio Bertolucci declaró que «la autobiografía es una enfermedad moderna de la cual es imposible escapar», por lo que es fácil trazar en su cine un mapa de sus intereses y obsesiones: la literatura (Baudelaire, Rimbaud, Cocteau, Dostoievski), la pintura (Magritte, Francis Bacon), las relaciones familiares y el sexo, con especial protagonismo de esto último. Como dice Alberich: «El de Bertolucci es, ciertamente, un cine muy sensual, a la vez etéreo y apegado a la materialidad de lo filmado, capaz de hechizar y colmar el placer de los ojos sin hacer perder por ello la conciencia crítica de lo real».

El cine de Bertolucci tiende a alejarse del realismo y rechazar el costumbrismo, sustituyéndolo por un afán lírico y poético. No en vano, el director se apropió de unas palabras de Cocteau: «Antes que la historia prefiero la mitología, porque la historia parte de la realidad y va hacia la mentira, mientras que la mitología parte de la mentira y va hacia la verdad».

La segunda parte del libro está centrada en la biografía del director italiano. Dado que, como hemos apuntado anteriormente, Bertolucci considera la autobiografía como una enfermedad ineludible, conocer las etapas de su vida no es solo una fuente de anécdotas, sino una pieza fundamental para comprender su filmografía. Hijo de Attilo Bertolucci (poeta, ensayista, profesor y periodista cultural) y Ninetta Giovnardi (licenciada en Letras en el Ateneo de Bolonia y posteriormente profesora) y hermano mayor de Giuseppe, quien colaboró como guionista en varias obras de Bernardo e incluso dirigió una docena de largometrajes entre los que destacan Berlinguer, ti voglio bene (1977) y Segreti, segreti (1985). Su familia, el mecanismo oculto de los vínculos sanguíneos y el deseo prohibido marcan profundamente a Bernardo Bertolucci, quien encontró en Pier Paolo Pasolini, Alberto Moravia y Elsa Morante unos excelentes compañeros de tertulia y magníficos cómplices intelectuales.

La tercera y última parte, la más extensa, está centrada en el análisis de la filmografía de Bertolucci, desde su debut con La commare secca (1962) hasta Io e te (2012), última entrada en su extensa y exitosa carrera. Cada película centra cerca de 10 páginas de análisis en los que se aprecian sus cualidades, sus ideas centrales y su conexión con los aspectos autobiográficos del autor. Siempre fascinante, Enric Alberich aporta una visión completa y profunda sin perder de vista al lector, al que mantiene alerta e interesado en todo momento.

En definitiva, nos encontramos ante un retrato preciso, una radiografía completa de uno de los directores europeos más celebrados y también uno de los más polémicos. Los amantes del cine, en general, y de Bertolucci, en particular, se dejarán perder en estas páginas, que se antojan para ellos como unas Navidades anticipadas. Maravillosamente documentado y escrito con habilidad y conocimiento, el libro debería convertirse desde este momento en un clásico de las estanterías cinéfilas.

Alex Merino

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