Ascension es una miniserie de ciencia ficción del canal Syfy y que actualmente se puede ver en España en Netflix. Estrenada en diciembre del 2014 en Estados Unidos, pretendía ser la primera temporada de una ficción más larga, al estilo de lo que se hizo con el remake de Battlestar Galactica en el mismo canal. Pero hasta el momento esa continuación no existe, aunque ser rumorea que la plataforma podría estar interesada en retomarla. Hasta que esto se haga realidad o se descarte definitivamente, pasamos a hablar de esta serie que tiene cosas buenas y malas, y que seguro que os entretendrá un par de tardes este verano si no queréis comenzar a ver una ficción más larga.

Al tratarse de una serie tan corta, intentaremos ser muy cuidadosos con lo que contamos, ya que los giros “inesperados” son la base de la misma. El argumento es el siguiente: en 1963 (el hombre llegó a la luna en 1969), con la tecnología de la época, 600 voluntarios fueron enviados al espacio en una enorme nave espacial. Su destino, colonizar un planeta en Próxima Centauri y ser la esperanza de la humanidad en caso de un conflicto nuclear. En el momento en que comienza la serie, ya llevan 51 años de un viaje de 100, por lo que ha habido nacimientos, muertes, cambios de mandos…, pero la sociedad de ese convoy sigue anclada en modas, artilugios e ideas de los 60, además de en sus propias normas para que la supervivencia sea factible.

El otro escenario está en la Tierra en la época actual, donde una agencia del gobierno trata de mantener el secreto de la misión Ascension y desde donde siguen muy de cerca todo lo que pasa en la nave, aunque sin tener comunicación con ellos. La acción comienza cuando Lorelei, una joven guapa y popular, aparece muerta en la playa artificial de la nave y el caso tratará de ser resuelto tanto desde el espacio como desde nuestro planeta. Entonces, los conflictos latentes en una sociedad que parecía idílica, y nada más lejos de la realidad, comienzan a despertar en forma de actos terroristas que pueden acabar con la misión, algo que los encargados de esta en la Tierra no pueden permitir de ninguna manera.

Ascension está parcialmente basada en el Proyecto Orión, que fue una propuesta que comenzó a barajarse allá por 1946, de crear naves espaciales impulsadas por energía nuclear, lo que haría que tuviesen un potencial mucho mayor para la conquista del espacio. Tales ideas se desecharon en favor de los cohetes actuales, otro dato muy interesante que añadir a las premisas de su argumento, anteriormente mencionadas. La serie contaba con una buena base para haberse convertido en otra serie de culto de la ciencia ficción, pero quizá las ganas de contar muchas cosas, de abrir tramas para las siguientes temporadas que no llegaron o ese final tan abierto que deja a todos descolocados han hecho que nos la debamos tomar como un entretenimiento ligero para unos días en los que no apetezca comerse mucho la cabeza.

Nos encontraremos con buenos y malos; también con personajes equívocos y con una niña muy especial. De sus actores sonarán muchas caras, habituales en la pequeña pantalla: Tricia Helfer (Battlestar Galactica) que interpreta a la sexy Viondra, mujer del capitán de la nave, que se sirve de sus encantos para no perder su puesto y poder en la Ascension; Brian Van Holt (Cougar Town), el capitán Denninger, que parece más preocupado por sus líos de faldas que por los problemas de su tripulación; Gil Bellows (Ally McBeal), Harry Enzmann, el director del proyecto Ascension; Ryan Robbins (Arrow), Duke Vanderhaus, el jefe de seguridad de la nave… Y así podríamos seguir con un largo etcétera. Tampoco son novatos sus creadores (Philip Levens, Smallville, y Adrian Cruz, Las calles de los ángeles) y los directores de los capítulos: Mairzee Almas (Smallville), Nick Copus (Arrow) y Robert Lieberman (Houdini y Doyle).

Una serie que tiene un poco de Perdidos, pero sin caer en las complicaciones de aquella, lo que la hace mucho más liviana para el gran público, aunque hay que apuntar que trata temas como la lucha de clases o la eugenesia. Destaca por su estética (es una nave espacial con tripulación que vive permanentemente en los años 60), por los contrastes en las condiciones de vida de las distintas cubiertas de la nave y por que, a pesar de no haber vivido la revolución sexual, aspecto en el que se incide varias veces, los tripulantes usan el sexo como moneda de cambio para conseguir información o bienes de algún tipo. En resumen, una serie que se queda corta, pero que estaríamos encantados de que continuara dándole un cierre digno, aunque fuera también en formato miniserie. Un entretenimiento sin más complicaciones para las tardes de verano. 

LO MEJOR

• Su premisa inicial, la estética de la nave y sus tripulantes y el cameo de Alf.

LO PEOR

• El final, los agujeros en las tramas y que por esa nave pueda pasear cualquiera como Pedro por su casa.

Rocío Alarcos